jueves, 24 de septiembre de 2009

Micro tratado del tiempo, un diálogo impersonal.


El cronos se sentó junto a mí para ver pasar una tarde de septiembre.
Hoy he visto como se deshiela el tiempo entre las hojas de mis libros
Desde mi ventana puedo ver como unos niños empujan un cochecito de madera
Y mientras leo “Las Palabras” de Sartre voy quedando cautivo de su pensamiento:
“Pero los libros fueron mis pájaros y mis
nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo;
la biblioteca era el mundo preso en un espejo; tenía su
espesor infinito, su variedad, su imprevisibilidad.”
No obstante el cronos me abraza susurrándome al oído
-Soy único dueño del silencio,
- no hay amo más cruel que yo
-puedo encerrar entre mis manos el pasado, el presente y el futuro de los hombres
Le contesto con audacia
-es verdad, pero entre los libros eres solo un personaje
-eres un accidente periférico de una trama finita que te condena a morir en un momento dado de la historia
-es así que tu avaricia, tu omnímoda presencia termina con la idea de un fin
-eres el tiempo pero estás muerto entre mis manos cuando escribo.

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