Mientras el
mesero toma su orden, él va detallando con su mirada esa tersura propia de una
piel fresca de veinte años que deja sentir su aroma a jazmín del trópico,
detiene su recorrido visual en sus zapatos de tacón que permiten ver sus pies
cuidados al extremo, mientras su mente vuela divisando a la mujer en su
conjunto, de pronto es interrumpido súbitamente de esta breve ensoñación por el mesero del
café.
- Sr.
Su cerveza
-Gracias, muy amable.
-Para
servirle.
-Disculpe
, quiero preguntar algo
-Dígame
caballero.
-Hasta
que hora está abierto el Café
-Hasta
las nueve de la noche Sr.
-Ok
, gracias
Piensa si
debería acercarse o no, tal vez ofrecerle una bebida…
Ella cierra
su libro y saborea el último sorbo de café, se quita sus lentes y le da la
última calada a su cigarro, presiona la colilla contra el cenicero de cristal y
guarda el libro de Nietzsche en su cartera de cuero color ocre intenso, llama al
mesero paga su cuenta y se marcha sin el menor titubeo.
La oportunidad se ha escapado esta vez.., solo quedó en su
mente aquella chica que define las cualidades de mujer que siempre se han ajustado a sus deseos y aspiraciones, una joven universitaria que lee
en un café, aquella que proyecte en sus gestos a ese ser pasional y pensante pero de una gran fuerza de carácter y tierna en
el amor...
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