Ese canto singular que moja la superficie sedienta esta junto a mi para decir que hoy también Dios se acuerda de entregarnos su pan su alimento su milagrosa dádiva al fin en aquella metralla de lágrimas de cielo me infunden la perseverancia y la cautela por que también su insistencia nos derriba y nos aniquila no obstante allí está, parecería que siempre la floresta estará agradecida de este retumbar profundo en los cielos eternos.
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