bellas durmientes, por caminos a menudo distintos, qué eriazo,
qué infierno, qué nos espera allí, Enrique, en esa blancura en la
que nos reuniremos finalmente, qué aullidos, qué silencio,
qué permutaciones nos aguardarán cuando hayamos
atravesado todo lo que hay que atravesar, cuando nos
hayamos despojado de todo, qué olvidos, qué.
En algún lugar infinito se esconde, en un tiempo que nos es
ajeno, que ni siquiera nos molestamos en mensurar, allí, donde
tiene una casa nuestro terror de alquiler.
(*) Poema del año 2003, encontrado en un cuaderno de Roberto Bolaño.
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