Siempre regreso a este sitio, a este refugio
mágico donde converso conmigo mismo…, debe ser que en una sociedad como la
nuestra tan fría y convulsa a la vez, me cuesta cada vez más hacer un lobby entre
trivialidades y desastres que terminan fusionándose irremediablemente, y si al menos
saco la cabeza por ese mirador aborrecible que nos proponen los medios de comunicación,
solo se saborea el desasosiego, y la asfixia...
Aún sueño con un lugar tranquilo y escribir
para liberarme del peso de los días, del agobio de las obligaciones
organizacionales, como si mi alma solo deseara respirar el aire de la libertad...,
que ahora en este loco mundo es como una mala palabra.
¡Libertad
de que!
Si esta cárcel globalizante nos ha cercado de
pies a cabeza y se cuela por las paredes y por los poros de la piel del mundo.
Sin duda respiramos a cuestas el peso de una post industrialización lacerante, me pregunto qué viene luego de esto…,por lo pronto no queda más que soportar esa avalancha de anuncios comerciales, aquella forma patológica de vomitar este consumismo criminal, al igual que las imágenes de la guerra envueltas en la defensa de ideologías políticas o dogmas religiosos que terminan oscureciéndolo todo, tras este cuento dantesco, está el hambre que se identifica con el mismo rostro, la distancia infinita de la precariedad escondida en las multitudes que caminan sin rumbo.
Al siguiente día me levanto de un mal sueño y de
nuevo a luchar…
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