Gabita
y Sara caminan por las calles de Azó, el colorido pueblo en el que viven ya
durante 15 años, buscan adquirir algunos víveres para el almuerzo de aquel
Domingo soleado de 1999, se les apetece un arroz con vegetales ,carne estofada
más una bebida, también compran algunas frutas, el mercado siempre es una acuarela
de colores diversos y de olores de todo orden, luego de trajinar por estas
callejuelas donde el ruido de las mujeres vendedoras y los alimentos hacinados
en los puestos de venta, abuela e hija se disponen a volver a casa.
Luego
del almuerzo, Sara duerme la siesta y despierta con una sensación de sequedad en
su boca, mirando al techo de su habitación piensa en su vida, en su corta vida, está consciente de
que su desempeño en el colegio ha bajado en los últimos meses, Roberto el chico
que la corteja, ha salido a otra ciudad a pasar vacaciones con sus primos y
ella mira con detenimiento aquella pulsera de hilo que le regalara su tierno amor,
lleva un pequeño dije de plata que dice “te quiero” y un poema escrito en un trozo de papel gastado..
Me vestí de ti ,
en aquel amor adolescente,
donde tu piel se llenaba de mi aroma,
y los colores del mundo jugaban la rayuela,
caminábamos juntos e invencibles,
por aquellas tardes eternas ..
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