Hay que recalcar que no basta con nacer como humano, pues es preciso llegar a serlo, y para ello el único camino posible es recibiendo una educación integral enriquecida en valores profundos que superen la simple retórica o que vayan más allá del aprendizaje de los valores y habilidades científicas, como leer , escribir , realizar cálculos matemáticos o manejar un sofisticado ordenador, que dicho sea de paso, parecería que las nuevas generaciones lo traen como una cualidad incorporada desde sus más tiernos años, pero que a la vez hoy por hoy nos van quitando en el hogar la capacidad básica pero tan fundamental de hablar de padres a hijos mirándonos a los ojos, esa misma tecnología o tecnolatría como lo diría Ernesto Sábato, aquel gran representante de la Literatura Latinoamericana desaparecido hace unos años atrás, haciendo alusión a esa devoción un tanto enfermiza a la tecnología, la misma que ha ido fraccionando en muchos casos la posibilidad cierta, de generar la savia insustituible del diálogo fecundo en el seno familiar.
La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido.
Jorge Luis Borges
miércoles, 2 de septiembre de 2015
EDUCAR
Hay que recalcar que no basta con nacer como humano, pues es preciso llegar a serlo, y para ello el único camino posible es recibiendo una educación integral enriquecida en valores profundos que superen la simple retórica o que vayan más allá del aprendizaje de los valores y habilidades científicas, como leer , escribir , realizar cálculos matemáticos o manejar un sofisticado ordenador, que dicho sea de paso, parecería que las nuevas generaciones lo traen como una cualidad incorporada desde sus más tiernos años, pero que a la vez hoy por hoy nos van quitando en el hogar la capacidad básica pero tan fundamental de hablar de padres a hijos mirándonos a los ojos, esa misma tecnología o tecnolatría como lo diría Ernesto Sábato, aquel gran representante de la Literatura Latinoamericana desaparecido hace unos años atrás, haciendo alusión a esa devoción un tanto enfermiza a la tecnología, la misma que ha ido fraccionando en muchos casos la posibilidad cierta, de generar la savia insustituible del diálogo fecundo en el seno familiar.
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