La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido.
Jorge Luis Borges

miércoles, 15 de julio de 2015

LEYENDO A PAULA







                                                            Isabel Allende y su hija Paula


Aprendo a reconocer al detalle el amor infinito e indestructible de una madre por su hija, me escabullo entre las páginas de este libro que me lleva con el alma a límite, lejos del análisis o comentario literario para el cual no creo tener habilidades ciertas,  logro crecer como ser humano a través del dolor, hago un  recorrido en la historia de esta  gran mujer, pujante, valerosa,  dueña de una voluntad espartana que no se quiebra ni en los instantes donde la vida que fue gestada de su misma sangre parece desvanecerse en la desesperanza, sin que por esto deje de pintarse el sentimiento sublime del amor maternal acariciado en la tragedia.





Camino en sus palabras por el Chile revolucionario de Salvador Allende, ensombrecido en la nefasta noche de las armas fratricidas, recorro Beirut, Caracas, Madrid, San Francisco,  y tengo que aceptar que aprendo en cada palabra escrita con la impronta de una sensibilidad extraordinaria, me deleito literariamente sin embargo no dejo de ser un caminante en el paisaje del exilio, puedo palpar la Venezuela del derroche petrolero por la que algún momento camine sorprendido en la tibieza del amanecer caribeño, pero nuevamente emerge el dolor encendido en los pasillos de aquel hospital en Madrid, donde Paula se aferra con sus últimos destellos a la vida, siento el  bullir travieso de esas callejuelas que algún día me acogieron dejando en mí, el asombro de una extraña belleza, me pregunto cómo explicar tanto sentir, cómo verter en palabras exactas un corazón  depositado en la esperanza.







“La vida es un ruido entre dos silencios abismales”
  Isabel Allende 

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